Los lugares donde se vendían los
periódicos, fueron la antesala de las modernas librerías y farmacias.
Estos negocios fueron los primeros proveedores de libros, lo señala el
investigador Fernando Jurado, quien sostiene: “en 1833 el periódico ‘El
quiteño libre’, se vendía en la botica del Dr. Manuel Ontaneda. Antes
que él, Eugenio Espejo distribuía sus Primicias de casa en casa, así
como sus mordaces anónimos”. Prosigue Jurado que cuando cayó Juan José
Flores, las ganas de leer periódicos se motivaron. A los personajes que
rondaban por estas pulperías coloniales, el investigador los denomina
como los "pre-libreros".
De esta manera la actual calle Chile,
entre San Agustín y la Plaza Grande (calle García Moreno), se constituyó
en el nido de los periodiqueros y primeros libreros de Quito. Pero fue
un ibarreño radicado en la capital desde 1868, Mario de la Torre, quien
es considerado como el primer librero oficial. Su casa estuvo ubicada en
la Loma Chica y su librería se aposentó en la calle Chile, entre
Guayaquil y Venezuela. Más adelante, el negocio de Roberto Cruz apareció
por 1902 en el Palacio Arzobispal. Este quiteño, fue profesor y
director de la Escuela Sucre, teniendo a su haber varias publicaciones
de textos escolares, obras que fueron editadas en su librería. Luego
aparecieron Librería Americana, la tienda del “Mapa-pelotas”, un
personaje típico de inicios del siglo XX, cuyo nombre fue Antonio
Rivadeneira y cuyo almacén situado en la García Moreno, entre Mejía y
Olmedo, “no consistía tanto en vender libros como en alquilarlos”. Se
sabe que el ‘Mapa-pelotas’ comercializaba los textos de los Hermanos
Cristianos.
La Librería de Máximo Terán entre 1876-1877, fue la
primera en vender las obras de Juan Montalvo. El “Taita pendejadas”
(Eliecer Sandoval) es otro de los personajes del mundo librero,
alegremente recordado por quienes a principios de siglo, “buscaban
afanosamente alguna ‘pendejada’, algún fierro viejo, una aguja o un
dedal. Y, por supuesto, algún libro o revista añosos”. Quienes recuerdan
al “señor Sandoval”, cuentan que su famosa librería estuvo ubicada en
la calle Venezuela y Rocafuerte, en los tiempos en que aún no existían
las tiendas. Las estanterías, de cuatro metros de alto, siempre estaban
llenas de hermosas obras ecuatorianas y libros raros.
Aparecen también en ese tiempo, la
Librería Católica en los bajos del Palacio Arzobispal, luego la Librería
Sucre, considerada una de las más relevantes de la ciudad. Esta
librería administrada por Bonifacio Muñoz y su hermano Leonardo, estuvo
ubicada en la covacha Nº 10 del Palacio de Gobierno. Su aparecimiento
fue un suceso para el mundo intelectual, pues Bonifacio Muñoz, recién
llegado de Europa y luego de haber trabajado en varias librerías del
viejo continente, abría la librería con material de importantes casas
editoras como: Saturnino Calleja, Sopena, Araluce, Jorro vda. de
Torcuato Tasso, Hachette vda. de Bouret, Bailly Baliere, Mac-Millan,
Granada, Montaner, entre otras. Muñoz trabajó hasta 1912 en tres
covachas del Palacio de Gobierno, al siguiente año ocuparía un amplio y
lujoso lugar del entonces Pasaje Royal, frente a la antigua Universidad
Central. Luego los hermanos Muñoz, establecieron en su local una sección
de “Libros de Alquiler”.
Fuentes: Edgar Freire. ¡Esas viejas librerías de Quito! 1993.
Archivo Metropolitano de Historia
No hay comentarios:
Publicar un comentario