El chulla quiteño no es sino el personaje máximo del Quito de antaño. No es alguien en particular, más bien diría yo que es una característica e incluso “fue” una forma de vida.
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El chulla era un ser conocedor de la vida política, social y bohemia de la ciudad. Conversador, cuenta-cachos, pero más que nada era un hombre feliz. Sin embargo se habría ganado una mala fama en ciertos sectores del país de ser un individuo poco confiable, mentiroso y tramposo, cosa que se mantiene hasta el día de hoy especialmente por la novela "El Chulla Romero y Flores" de Jorge Icaza, una representación del personaje pero al cual, según mi opinión, le falto mostrar el lado positivo de los chullas.
Aquí una clasificación de Chullas que extraje del Diario Hoy, un documento escrito por Silvia Mejía:
Había chullas y chullas...
La tipología más general que se puede hacer de los chullas
quiteños los divide en dos grupos: los aristócratas venidos a
menos y los que provenían de un estrato netamente medio.
Sin embargo, de acuerdo con particulares características de
los chullas, es posible elaborar una clasificación mucho más
amplia, como la que hace Fernando Jurado en su libro "El
chulla quiteño".
Para Jurado hay el chulla de oficio, ser de gran sensibilidad
que vivía su tragedia personal con gran altura y dignidad,
como el Sordo Piedra, el Terrible Martínez o el Trompudo
Miranda.
Y el chulla propiamente dicho, hombre de 14 oficios y 80
necesidades.
También hubo -según Jurado- el chulla intelectual, como los
escritores y poetas Carlos y Raúl Andrade Moscoso, Jorge
Carrera Andrade y Gerardo Falconí Rodríguez.
Y el chulla jurista, cuyo exponente más característico fue
Arcesio Domínguez, quien tenía el don de solucionar los
conflictos con argumentos por demás inteligentes e
inesperados.
Además estaban: el chulla músico, que no solo era bohemio y
donairoso, sino que también cantaba como los dioses: Gonzalo
de Sucre Gangotena, Fernando Freire Albuja...; el chulla
artista, que ligaba su vivencia bohemia de chulla con el arte
plástico y pictórico: Eduardo Kingman, Alberto Coloma Silva,
José Enrique Guerrero.....; el chulla en el arte escénico, que
sobresalía por su don histriónico y su enorme capacidad de
imitación: Ernesto Albán Mosquera, Eduardo Albornoz y, sobre
todo, el Terrible Martínez.
Jurado encuentra también el chulla futre, que provenía de las
clases altas y se reunía con sus homólogos de la plaza Grande
y la plaza del Teatro, huyendo del hogar: Alberto Larrea,
Bolívar Terán, Galo Plaza..., y el chulla presidente: Federico
Páez, Alberto Enríquez y Galo Plaza. Finalmente está el chulla
por ósmosis, que no tenía ninguna de las habilidades
características del chulla pero siempre lo estaba secundando:
el Talcahuano Manjarrés, Humberto Viteri, Mario Espinoza...
Y bueno a la final solo queda recordarlo como un ser histórico, existió y aunque muchos quisiéramos yo al menos dudo mucho que vuelva...